viernes, 27 de agosto de 2010

PSICO-CIBERNÉTICA. Capítulo III


Capítulo Tercero

La imaginación:
La primera llave de su mecanismo del éxito.

La imaginación desempeña en nuestras vidas un papel mucho más importante de lo que podemos imaginar.
He visto ello demostrado muchas veces en mi práctica. Un ejemplo especialmente memorable respecto a este hecho se refiere a cierto paciente que fue literalmente forzado por su familia a acudir a mi consultorio.
Era un hombre soltero, de unos cuarenta años de edad, que se dedicaba a un trabajo de rutina durante el día y quedábase siempre en casa cuando había terminado su jornada y nunca iba a ninguna parte y jamás hacía nada. Había desempeñado trabajos similares y nunca pareció capaz de permanecer en ninguno de ellos durante demasiado tiempo. Su problema consistía en que tenía la nariz y las orejas algo más largas de lo normal. Se consideraba feo y de aspecto cómico. Se imaginaba que las gentes, con las que había tenido que tratar durante el día, se reían y hablaban acerca de él a sus espaldas, debido a lo extraño que era. Sus susceptibilidades se desarrollaron en tal forma que realmente temía  meterse en el mundo de los negocios y andar entre la gente. Apenas si se sentía “a salvo” inclusive en su propia casa. El pobre se imaginaba también que incluso su familia “se avergonzaba” de él a causa de su “aspecto peculiar” distinto al “de todo el mundo”.
En realidad, sus defectos faciales no eran demasiado graves. Su nariz era del “clásico tipo romano”, y sus orejas, aunque algo largas, no atraían la atención en mucho mayor grado que las de millares de otros sujetos que las poseían similares. Desesperada, su familia me lo envió con el objeto de que viera yo si le podía ayudar en algo. Observé que no necesitaba el auxilio de la cirugía… sólo hacerle comprender que su imaginación le había llegado a producir tal desconsuelo con respecto a su propia autoimagen que le imbuía a perder de vista a la propia verdad. No era realmente feo. La gente no le consideraba extraño y no se reían de él a causa de su apariencia. Solamente su imaginación era responsable de la desgracia que padecía. Su imaginación le había hecho exaltar el mecanismo automático, negativo y de fracaso, el cual operaba “a todo vapor”, produciéndole un sentimiento de desdicha extrema. Por suerte, luego de algunas sesiones mantenidas con él y mediante la ayuda de su familia, fue posible hacerle comprender gradualmente que la fuerza de su propia imaginación era la responsable de su lamentable estado espiritual, y entonces logró formarse una autoimagen más adecuada con la verdad, acabando por ganar la confianza que necesitaba para aplicar la imaginación creadora en vez de la imaginación destructiva.
La imaginación creadora no es algo que se halla solamente reservado a los poetas, filósofos y los inventores, Esta tiene que ver en cada uno de nuestros actos. La imaginación forja el “cuadro meta” sobre el cual funciona nuestro mecanismo automático. Actuamos, o fracasamos al actuar, no a causa de la “voluntad”, como se cree comúnmente, sino debido a la imaginación.
El ser humano actúa, siente y se desenvuelve siempre de acuerdo con lo que él imagina ser vedad acerca de sí mismo y del medio ambiente que le rodea.
Esta es la ley básica del pensamiento. Este es el modo de que estamos hechos.
Cuando vemos esta ley mental gráfica y dramáticamente representada por un sujeto sometido a estado hipnótico, nos inclinamos a creer que hay en ello funcionando algo supra-normal de oculto carácter. En realidad, lo que presenciamos es el proceso del funcionamiento normal del cerebro humano y del sistema nervioso.
Por ejemplo, si a un sujeto sometido a estado hipnótico se le dice que se halla en el Polo Norte, no solamente tiritará de frío, sino que también su cuerpo reaccionará precisamente como si tuviera frío e incluso le saldrán sabañones. El mismo fenómeno ha sido demostrado con estudiantes de facultad, que se hallaban en estado consciente, al rogarles que se imaginasen que tenían una mano metida en agua helada. La lectura del termómetro muestra que desciende la temperatura de la mano “tratada”. Dígase a un sujeto sometido a estado de hipnosis que su dedo es un atizador, que se halla al rojo vivo, y él no solamente contraerá el rostro al tocárselo sino que también sus sistemas cardio-vascular y linfático reaccionarán precisamente como si el dedo en cuestión fuera en realidad un “atizador al rojo vivo”, y al contacto con el mismo le producirá una inflamación y quizás hasta una ampolla en la piel. Cuando los estudiantes de una facultad, completamente despiertos, se les ha dicho que se imaginasen que tenían un punto ardiendo en sus frentes, las lecturas del termómetro han demostrado un aumento real de la temperatura de la piel.
El sistema nervioso no se señala jamás la diferencia existente entre una “experiencia” imaginada o una “experiencia real”. En uno u otro caso reacciona automáticamente a la información que se le ha suministrado desde el prosencéfalo.
Su sistema nervioso reacciona apropiadamente con respecto a lo que usted “piensa” o “imagina” ser verdad.


El secreto de la fuerza hipnótica

El Dr. Therodore Xenophon Barber ha llevado a cabo una extensa investigación acerca de los fenómenos de la hipnosis, lo mismo cuando estuvo asociado al Departamento de Psicología de la Universidad Americana de Washington, D.C., que después de haberse unido al Laboratorio de Relaciones Sociales de la de Harvard. En un escrito reciente, publicado en la revista Science Digest, manifiesta lo que sigue:
“Hallamos que los sujetos sometidos a estados hipnóticos son capaces de hacer cosas sorprendentes sólo cuando están convencidos de que las palabras del hipnotizador son verdaderas… Cuando el hipnotizador ha llevado al sujeto hasta el punto de convencerle que las manifestaciones que le expone son absolutamente ciertas, el sujeto, entonces, comienza a comportarse de una manera distinta, porque piensa y cree de diferente modo.
“Los fenómenos de la hipnosis han parecido constantemente misteriosos porque también siempre ha sido difícil comprender cómo creer en o que puede producir una conducta tan extraña. Parece como si en estos fenómenos hubiera algo más, algo impenetrable, alguna extraña fuerza que operase de manera oculta.
“No obstante, la verdad llana consiste en que cuando se llaga a convencer al sujeto que está muerto, éste se conduce como si realmente lo estuviera, y cuando se le logra convencer que es insensible al dolor, puede soportar las intervenciones quirúrgicas sin necesidad de que se le suministre anestesia. Por consiguiente, no existe ninguna fuerza o potencia misteriosa con respecto a la hipnosis.” (“Could You be Hypnotized?”, Science Digest, January, 1958).
Una pequeña reflexión nos mostrará por qué resulta tan excelente para nosotros que sintamos y actuemos de acuerdo con lo que creemos o imaginamos ser verdad.


La verdad determina el acto y la conducta

El cerebro y el sistema nervioso humanos hállanse formados de tal manera que ambos pueden reaccionar automática y adecuadamente a los problemas y a los cambios que se producen en el ambiente que les rodean. Por ejemplo, un hombre no necesita detenerse a pensar que para salvar su existencia tendría que echarse a correr, en el  caso que se encuentre con un enorme y furioso oso en una senda solitaria. Tampoco necesita decidir que debe sentir miedo. La reacción del miedo se produce entonces automática y apropiadamente. Primero, ésta le suscita el deseo de la huida. El miedo entonces “dispara” sus mecanismos corpóreos ayudándole a elastilizar sus músculos de tal manera que pueda correr más de prisa que en cualquier otro momento anterior de su vida. Los latidos de su corazón se aceleran. La adrenalina un poderoso estimulante de los músculos, se vierte en su corriente sanguínea. Todas las funciones del cuerpo que no son necesarias para correr detiénense instantáneamente. El estómago cesa de funcionar y toda la sangre disponible es enviada a los músculos. La respiración se hace mucho más rápida y los suministros de oxígeno que envía a los músculos se multiplican prodigiosamente.
Todo ello, naturalmente, no es nada nuevo. La mayoría de nosotros ya lo habíamos aprendido en la escuela secundaria. Lo que no nos ha sido tan fácil de comprender, sin embargo, es que  el cerebro y el sistema nervioso, que reaccionan automáticamente al ambiente, son el mismo cerebro y sistema nervioso que nos dicen cual es el ambiente. Las reacciones del hombre que se encuentra con un oso en la senda solitaria, se cree comúnmente que se deben a la “emoción” más que a las ideas. Sin embargo, esta reacción es producida por una idea –la información recibida del mundo exterior y que calcula y es elaborada por el cerebro- que abre el conmutador de las llamas “reacciones emotivas”. De tal modo, que es básicamente la idea o la creencia las que constituyen el verdadero agente causativo, más bien que la emoción, la cual se convierte en resultado. En pocas palabras, el hombre en el  sendero reacciona hacia lo que él piensa, cree o imagina que es el ambiente. Los “mensajes” que nos envía el ambiente consisten en los impulsos nerviosos procedentes de los diversos órganos sensoriales. Estos impulsos nerviosos son descifrados, interpretados y sometidos a evaluación en el mismo cerebro, el cual nos los hace conocer en la forma de imágenes mentales o de ideas. En la conclusión o en el análisis final reaccionamos precisamente a estas imágenes.
Actuamos y sentimos en concordancia, no a como son las cosas en realidad, sino de acuerdo con la imagen que de ellas nos hemos forjado. Usted tiene ciertas imágenes mentales con respecto a usted mismo, su mundo y la gente que la rodea, y usted se comporta como si estas imágenes constituyeran la verdad auténtica y la realidad, en grado mucho mayor que los objetos representados por las mismas.
Supongamos, por ejemplo, que el hombre que iba caminando por la senda no se hubiese encontrado con un verdadero oso, sino con un actor de cine disfrazado con la piel de uno de estos animales. Si el sujeto piensa e imagina entonces que el actor es un oso, sus reacciones nerviosas y emocionales hubieran sido exactamente las mismas. O supongamos que se encuentra con un enorme perro velludo al cual su espantada imaginación confunde con un verdadero oso. Otra vez, pues, le veremos reaccionar automáticamente hace lo que él cree ser verdad con respecto hacia sí mismo y hacia su ambiente.
Síguese, pues, todo ello, que si nuestra imágenes mentales e ideas concernientes a nosotros mismos se hallan deformadas o se muestran irreales, entonces nuestras reacciones con respectos al ambiente serán igualmente inadecuadas.


¿Por qué no imaginamos que somos personalidades de éxito?

El conocimiento de que nuestras acciones, sentimientos y conducta constituyen el resultado de nuestras autoimágenes y creencias, nos proporciona la palanca que la Psicología ha necesitado siempre para poder efectuar las transformaciones necesarias de la personalidad. Ello, pues abre una nueva puerta psicológica para obtener nuevas y mayores capacidades, éxito y felicidad.
Los cuadros mentales nos ofrecen una nueva oportunidad para “practicar” nuevas tendencias y actitudes que nos serían imposible intentarlas llevar a cabo de cualquier otra manera. Ello es factible porque, tornando a repetirlo, el sistema nervioso no puede manifestar la diferencia que existe entre una experiencia real y otra vívidamente imaginada.
Si nos figuramos a nosotros mismos actuando de manera determinada, ello será casi similar a desenvolvernos así en la realidad auténtica. La práctica mental ayuda a hacerlo todo más fácilmente y con mayor perfección.
En un experimento controlado, el psicólogo R.A. Vandell, comprobó que la práctica mental de hacer como si se disparase a un blanco, desde el sitio en que el sujeto se puso frente a éste durante un determinado lapso cada día imaginando disparar sobre el mismo, mejoró considerablemente la puntería del individuo sujeto a la experimentación, ello es, se la perfeccionó en un grado idéntico al que hubiese alcanzado habiéndolo hecho en la realidad.
Research Quarterly informa de un experimento acerca de los efectos de la práctica mental con respecto al perfeccionamiento en la habilidad de meter un balón en la cesta de basketball mediante tiros libres. Un grupo de estudiantes practicó el tiro en la realidad, diariamente, durante veinte días seguidos, y, al final de este periodo, se hizo el recuento promedio de tantos conseguidos en la primera y última fechas de la prueba.
Se hizo también, en el primero y último día, el recuento de un segundo grupo, el cual no fue sometido a ningún género de prácticas entre una y otra fecha.
A los miembros del tercer grupo se los sometió igualmente al recuento promedio de tantos durante el primer día, luego se les hizo pasar veinte minutos diariamente imaginando que lanzaban el balón a la cesta. Cuando perdían un tanto, debían imaginarse la corrección necesaria con objeto de afinar la puntería.
El primer grupo, que practicó realmente durante veinte minutos cada día, mejoró su promedio de tantos en un 24%.
El segundo grupo, que no tuvo ningún género de prácticas, no mostró mejoramiento alguno.
El tercer grupo, que practicó con la imaginación, ¡mejoró un promedio de tantos en un 23 por ciento!

Cómo con la práctica de la imaginación se logró ganar un campeonato de ajedrez

En el número de abril, correspondiente al año 1955, apareció en la revista Reader’s Digest un artículo procedente de la publicación The Rotarian, el cual se titulaba “A Ajedrez lo llaman un juego” y e debía a la pluma de Joseph Phillips.
En este artículo nos cuenta Phillips que el gran campeón Capablanca se mostraba superior a todos sus competidores que los expertos llegaron a creer que jamás podría ser vencido en ningún encuentro del mencionado juego. No obstante, Alekhine, del cual se había creído que no llegaría a constituir una amenaza seria para el gran Capablanca.
El campeón mundial fue vencido con todas las de la ley, cosa que sería comparable a que el finalista de los Guantes de Oro derrotara al campeón del mundo de los pesos pesados.
Nos cuenta Phillips que Alekhine se había entrenado para el match en forma muy parecida a la de un boxeador que ha de contender en un combate de boxeo. Se retiró al campo, dejó de fumar y de beber y se dedicó a hacer ejercicios gimnásticos. “Durante tres meses jugó al ajedrez sólo con la imaginación preparándose para el momento en que debería enfrentarse con el campeón.”


Los cuadros mentales pueden ayudarle a vender más mercancías

En su libro COMO GANAR 25,000 DOLARES ANUALMENTE POR MEDIO DE LAS VENTAS, Charles B. Roth cuenta cómo un grupo de vendedores de Detroit ensayó una nueva idea de aumentar sus ventas en un ciento por ciento. Otro grupo de Nueva York aumentó sus ventas en un ciento cincuenta por ciento, y vendedores individuales, al poner en práctica la misma idea, lograron aumentar sus ventas en un cuatrocientos por ciento. (Charles B. Roth, How to Make $25,000 a Year Selling, Englewood Cliffs, N. J., Prestice-Hall, Inc.)
“¿Y cuál fue esta varita mágica que hizo mejorar en tal grado a todos estos vendedores?
“Es algo a lo que se le da el nombre de “actuación” y usted debería conocer algunas cosas con respecto a ello, debido a que si trata de conocer el asunto, ello le podrá ayudar a duplicar sus ventas.
“¿Qué cosa es la actuación o hacer el papel?
“Bien, el asunto consiste simplemente en que usted se imagine a si mismo en diversas situaciones de hacer ventas, en seguida, resolvérselas mentalmente hasta que usted logre saber lo que debe decir y lo que debe hacer cualquiera que sea la situación que se le presente en la vida real.
“Es algo así como lo que se ha dado en denominar, en la jerga futbolística, “prácticas del cráneo”.
“La razón por la que se llegó a conseguir tal perfeccionamiento en el proceso de las ventas fue debida a que éste constituye un mero conjunto de diversas circunstancias.
“El vendedor se encuentra en proceso de creación en el momento en que se halla hablando con un cliente. Dice algo o hace una pregunta o expone una objeción. Si usted sabe siempre lo que el cliente va a decir o contestar, o cómo va a presentarle su objeción, usted podrá venderle…
“El “actor vendedor”, cuando se halla a solas en la noche, tendrá que crear estas situaciones de venta. Imaginará los proyectos trazando el mayor número de curvas sobre los mismos. Luego extraerá de todo ello la mejor contestación posible que debe manifestar con respecto a todos los problemas que se le presenten…
“No importa la situación en que se encuentre, usted debe prepararse de antemano para ella, imaginándose que se encuentra ante su proyecto y que éste le presenta objeciones y problemas y que usted los trata con toda propiedad.”


Use los cuadros mentales para conseguir mejor empleo

El difunto William Moulton, célebre psicólogo, recomendaba lo que él llamaba “La práctica de ensayo” a los hombres y a las mujeres que acudían a él en busca de ayuda para progresar en sus empleos. Si había en perspectiva una interview como, por ejemplo, tener que contestar a diversas preguntas para conseguir un empleo, solía aconsejar lo siguiente: prepárese para la interview por adelantado. Hágase mentalmente las diversas preguntas que crea han de presentarle. Piense en las respuestas que usted quiera contestar. En seguida, ensaye la entrevista en su mente. Incluso si no le llegan a proponer ninguna de las preguntas que usted ha ensayado, la práctica del ensayo obrará, no obstante, maravillosamente. Por lo menos, le dará confianza. Incluso aunque la vida real no le va a presentar versos que tenga que recitar como en una comedia, la práctica de los ensayos le ayudará a aumentar su confianza y a reaccionar espontáneamente ante cualquier situación con que se encuentre debido a que usted ha practicado la reacción espontánea.
“No sea un actor que se contenta con poca cosa”, le diría el doctor Marston al explicarle que usted está desempeñando constantemente un papel en la vida. ¿Por qué, entonces, no seleccionar el mejor papel, el más conveniente, el papel de la persona que alcanza la felicidad y el éxito, y disponerse a ensayarlo de inmediato?
En la revista Your Life, decía el doctor Marston: “Con frecuencia, no es posible dar el siguiente paso en la carrera propia sin haber obtenido previamente alguna experiencia del trabajo que tenemos que desempeñar. La charlatanería y la simulación podrán abrír la puerta de un empleo de que no se sabe nada, pero de nueve de cada diez casos no se podrá mantener éste, ello es, cuando la inexperiencia y el desconocimiento en la ejecución del mismo lleguen a manifestarse evidentemente. Existe un solo medio que yo conozca para poder proyectar el conocimiento práctico más allá del empleo que se desempeña actualmente, y ese consiste sólo en el ensayo planeado.”


Un concertista de piano practica con su cabeza

El mundialmente famoso concertista de piano Arthur Schnabel solamente tomó lecciones durante un periodo de siete años. No le gustaba practicar, y raramente practicaba por un lapso mayor que el que corresponde a pasar los dedos por el teclado una o dos veces. Cuando se le interrogó acerca del poco tiempo que dedicaba a la práctica, en comparación con el que se tomaban otros concertistas, contestó con rotundidad: “Yo practico con mi cabeza.”
C.G. Kop, reconocida autoridad holandesa en la enseñanza del estudio del piano, recomienda que “todos los pianistas deben practicar con la cabeza”. Una nueva composición, manifiesta el célebre maestro, debe ejecutarse mentalmente por primera vez. Se debe memorizar y ejecutar en la mente antes de poner los dedos sobre el teclado.


La práctica imaginativa puede rebajar su “golf score”

La revista Time informaba que cuando Ben Hogan se hallaba compitiendo en un torneo, ensayaba mentalmente cada uno de los tiros, instantes antes de ejecutarlos. Lanzaba el tiro perfectamente con su imaginación, “sentía” el golpe que le daba a la pelota lo mismo que si se lo hubiese dado en la realidad, “se sentía” ejecutando el tiro a la perfección, y luego iba hacia la bola confiando en que llamaba “la memoria muscular”, para lanzar en tiro precisamente como se lo había imaginado.
Alex Morrison, quizás el más célebre maestro del golf de todo el mundo, ha elaborado en efecto un sistema de prácticas mentales. Este le capacita a usted para mejorar su promedio de tantos, y, mientras se halla sentado cómodamente en un sillón, usted practica en su mente lo que él denomina “las siete llaves de Morrison”. La parte mental que corresponde al deporte del golf representa el noventa por ciento del juego –dice-, la intervención física el ocho por ciento, y el dos por ciento corresponde al aspecto mecánico del mismo. En su libro Better Golf Without Practice (New York, Simon and Schuster),  Morrison nos cuenta cómo enseñó a Lew Lehr a romper el 90 por ciento del primer tiempo sin haberse ejercitado en la práctica real.
Morrison sentaba a Leer en un sillón de su sala y le hacía descansar mientras le demostraba el balanceo correcto y le hacía una breve lectura de “las llaves de Morrison”. Leer fue instruido para que no se entretuviera en la práctica real en las pistas y, en lugar de ello, pasar cinco minutos diarios sentado cómodamente en un sillón e imaginándose a sí mismo atendiendo a las recomendaciones concernientes a las mencionadas “llaves”.
Morrison prosigue diciéndonos cómo algunos días más tarde, sin preparación física alguna, Leer reunió a sus cuatro compañeros de costumbre y los sorprendió disparando 9 hoyos de cada par, o sea 36.
Lo fundamental del sistema de Morrison consiste en que “si se posee un claro cuadro mental de la cosa correcta que se quiere hacer, se podrá ejecutar ésta con toda facilidad y éxito. Con este método, Morrison capacitó a Paul Whiterman y a otras muchas celebridades a conseguir de 10 a 12 golpes afortunados entre los totales.
Johnny Bulla, el célebre jugador profesional de golf, hace algunos años escribió un artículo en el que manifestaba que tener una clara imagen mental del lugar al que se quisiera enviar la pelota y de lo que se intentare hacer con ella era mucho más importante que la forma en que el jugador se mantuviese en el juego. Así se las arreglaba él para dirigir un buen golf. La teoría de Bulla consistía en que su una se figuraba el resultado final, “veía” ir la pelota a donde se quería que fuese y tenía la absoluta confianza de “saber” que ésta iba a hacer precisamente lo que uno quisiera, intervendría el subconsciente dirigiendo los músculos con toda corrección. Si la manera de agarrar el palo no era correcta y la posición no correspondía a las mejores formas, el subconsciente haría lo necesario para obligar a los músculos a que hiciesen lo que fuere menester para compensar los errores inherentes a la posición que se adoptase.


El verdadero secreto de las representaciones mentales

Los hombres y las mujeres de éxito, ya desde el principio de los tiempos, han empleado “representaciones mentales” y “practicas de ensayos” para alcanzar felizmente cuanto se proponían. Napoleón, por ejemplo, hacía prácticas de soldado, mentalmente, muchos años antes de haber concurrido al campo de batalla. Webb y Morgan, en el libro “Haga de su vida todo lo que pueda”, nos dicen que “las notas que Napoleón tomó de sus lecturas durante todos esos años de estudio llenaron, al imprimirse, cuatrocientas páginas. Imaginábase comandante y levantó varios mapas de la isla de Córcega en los que mostraba en donde habría de colocar las diversas defensas, haciendo además todos los cálculos con matemática precisión”.
Conrad Hilton imaginose operando un hotel mucho antes de que hubiera comprado el primero de los que posteriormente fuera propietario. Cuando era niño solía jugar a dirigir una hotel.
Henry Kaiser ha dicho que cada uno de los negocios que logró establecer se lo representó en su imaginación antes de que el mismo apareciera en realidad.
No debe, pues, asombrarnos que el arte de la “representación mental” haya sido asociado con la magia en algunas de las antiguas épocas.
No obstante, la nueva ciencia de la Cibernética nos hacer posible percibir el por qué las representaciones mentales producen tan asombrosos resultados, y nos muestra que estos resultados no se deben a la magia, sino al funcionamiento natural y normal de nuestras mentes y cerebros.
La Cibernética considera el cerebro, el sistema nervioso y el sistema muscular humanos como un servo-mecanismo sumamente complicado. (Como una máquina que automáticamente persigue fines determinados y dirige su rumbo a un blanco o una meta mediante el empleo del feed-back de los datos y de la información almacenada con ayuda de la cual, y cuando le es necesario, corrige su curso automáticamente.)
Como previamente hemos dejado establecido, este nuevo concepto no significa que EL SER HUMANO sea una máquina, sino que el cerebro y el cuerpo físicos de la persona funcionan como una máquina con la que el individuo opera.
Este mecanismo de creación automática, que existe dentro del ser humano, funciona de una solo manera: debe disponer de un blanco al que disparar. Como dice Alex Morrison: El individuo debe ver en su propia mente lo que se propone hacer, antes de llevarlo a ejecución a la realidad. Cuando la persona ve con claridad en su mente lo que se propone, el mecanismo del éxito de características creadoras, que hay dentro  de la misma, toma para sí la tarea y la ejecuta mucho mejor que lo que el propio individuo pudiera hacerla mediante la simple fuerza de voluntad o el esfuerzo consciente.
En vez de esforzarse conscientemente de ejecutar la tarea propuesta con voluntad de hierro y sin cesar de preocuparse y presentarse a si mismo los cosas que parecen ir mal, el individuo debe hacer todo lo posible por aligerar su tensión, cesando de “tratar de hacer la mencionada cosa por su propio esfuerzo y presión voluntariosa y representándose a sí mismo el blanco el cual  quiere dar, para dejar entonces al mecanismo creador del éxito que ejecute libremente la mencionada tarea propuesta. Y de este modo, la representación mental del resultado del fin que desea, obligará al individuo interesado en perseguir el objetivo propuesto a esforzarle a emplear el pensamiento positivo. El sujeto, consecuentemente, no quedará aliviado de esfuerzo y de trabajo, pero empleará éstos en proseguir hacia la meta propuesta sin dedicarse a un vano conflicto mental, en cual suele producirse cuando se quiere y se trata de hacer algo determinado en tanto se representa en su imaginación una cosa distinta.


Trate de hallar lo mejor de su personalidad

Este mismo mecanismo creador que existe dentro de usted puede ayudarle a obtener la mejor individualidad posible si llega a forjarse un cuadro mental de lo que desea y se logra ver a sí mismo desempeñando este nuevo papel. Esta es una condición esencial para la transformación de la personalidad, sea cual sea el método terapéutico que se emplee para la consecución del mencionado fin. De una u otra manera, la persona, antes de poder cambiar su manera de ser, deber verse a sí misma desempeñando el nuevo papel de la nueva personalidad que trata de adquirir. Edward McGoldrick aplica esta técnica para ayudar a los alcohólicos a pasar el puente de la vieja a la nueva personalidad. Diariamente, hace que sus alumnos cierren los ojos, relajen el cuerpo todo lo que sea posible y se creen un film mental de la persona que les gustaría ser. En esta película mental se observan a sí mismos como individuos sobrios y responsables. Se ven, además, como personas que gozan de la vida sin necesidad de ingerir alcohol. Esta no es la única técnica empleada por McGoldrick, pero sí constituye uno de los métodos básicos que se aplican en “Bridge House” –“La Casa del Puente”- La cual alcanza la cifra más alta de curaciones de alcohólicos, más que ninguna otra institución de este carácter en todo el país.
Yo mismo he presenciado verdaderos milagros respecto a la transformación de la personalidad en el momento en que un individuo cambia su propia autoimagen. No obstante, por hoy sólo estamos comenzando a vislumbrar la potencia creadora que surge de la imaginación humana, y, particularmente, de las imágenes que nos hacemos de nosotros mismos. Consideremos solamente lo que, de manera tácita, se halla implicado en la siguiente noticia de la Associated Press, que apareció publicada hace un par de años.


Imagínese como sujeto de mente sana

“San Francisco. Algunos pacientes mentales pueden mejorar su salud en alto grado, y quizás abreviar su estancia en los hospitales, si logran imaginarse a sí mismos como personas mentalmente sanas, informan dos psicólogos de la Administración de Veteranos de Los Angeles.
“El Dr. Harry M. Grayson y el Dr. Leonard B. Olinger comunicaron a la Asociación Americana de Psicología que han experimentado esta idea con cuarenta y cinco hombres hospitalizados como nueropsicópatas.
“Los pacientes fueron invitados a responder, en primer lugar, a los “tests” habituales. En seguida se les rogó que pasasen la prueba por segunda vez y que contestaran a las preguntas como si fueran “personas típicas bien adaptadas del exterior”.
“Tres cuartas partes de ellos mejoraron sus respectivos comportamientos ante los “tests”, y algunos de los cambios que se operaron en ciertos sujetos, siempre en relación con el mejoramiento de los mismos, resultaron verdaderamente impresionantes, comunicaron los psicólogos.”
Para que los mencionados pacientes pudiesen responder a las preguntas que se les propusieron “como si fueran personas típicas bien adaptadas del exterior”, tuvieron que imaginarse cómo deberían comportarse “las personas bien adaptadas”. Tuvieron que figurarse a sí mismos en el desempeño del papel  de una persona bien adaptada. Ello, pues, fue lo suficiente para hacerles “comportarse como” y “sentirse como” “personas bien adaptadas”.
Por todo ello, pues, podemos comenzar a ver por qué el difunto Dr. Albert Edward Wiggan llamó a la imagen mental que nos hacemos de nosotros mismos “la potencia más decisiva que poseemos dentro de nuestro ser”.


Conozca la verdad acerca de sí mismo

El objeto de la psicología de la autoimagen no consiste en crear un Yo ficticio que sea omnipotente, arrogante, egoísta y que concentre en sí la suma de la importancia. Una imagen como ésta sería tan inadecuada e irrealista como la imagen antitética o sea, la que concentra en sí todos los débiles sentimientos de la inferioridad. El objetivo que perseguimos consiste en hallar “el ser real” y aproximar nuestras imágenes mentales a los objetos “que representan verdaderamente” No obstante, es criterio común entre los psicólogos el concepto de que la mayor parte de nosotros solemos menospreciarnos; nos cambiamos por poco y nos vendemos por menos aún. En efecto, no existen los “complejos de superioridad”. Los individuos que creen poseer alguno de éstos, padecen realmente de diversos sentimientos de inferioridad. El “super-ser” de los mismos constituye una mera ficción, una especie de concha con la cual tratan de ocultar de los otros sujetos circundantes sus profundos sentimientos de inseguridad e inferioridad.
¿Cómo podríamos conocer la verdad acerca de nosotros mismos? ¿Cómo podríamos hacer una evaluación verdadera de nuestro propio ser? Me parece que en esta circunstancia la psicología tiene que volverse hacia la religión. Las Escrituras nos dicen que Dios creó al hombre “un poco inferior a los ángeles” y le dio la facultad de dominar a los otros seres, y, por último, que Dios creó al hombre a su propia imagen y semejanza. Si creemos realmente en el Creador Omnisciente, Todopoderoso y Amante de todos los seres y cosas, estaremos en situación de deducir algunas conclusiones lógicas acerca de Quién creó el Hombre. En primer lugar, deduciremos que El Creador Omnisciente y Todopoderoso no iba a crear productos inferiores, del mismo modo que un maestro de la pintura tampoco va a ponerse a producir lienzos sin valor artístico. Así pues, el Creador no iría a dar forma a su producto deliberadamente para que éste no pudiese cumplir su cometido, del mismo modo que un fabricante no va a producir, en forma deliberada, un mecanismo mal construido dentro de su automóvil. Los fundamentalistas nos dicen que el propósito principal del hombre y la razón de su vida consiste en “glorificar a Dios” y los humanistas nos afirman que la finalidad esencial del mismo no es otra que “la de expresarse en todos sus aspectos”.
No obstante, si tomamos en consideración la premisa de que Dios es un Creador Amante y observa el mismo interés hacia los seres por El creados que el padre terrenal guarda con respecto a sus hijos, entonces, me parece a mí, que los fundamentalistas y los humanistas dicen la misma cosa ¿Qué lo podría producir mayor placer, gloria y orgullo a un padre, que ver a su hijo hacer el bien, obtener éxito y desplegar en su totalidad los talentos y habilidades que posee? ¿Se ha sentado usted alguna vez junto al padre de un astro futbolístico en el lapso de un partido? Jesús manifiesta la misma idea cuando nos decía que no deberíamos ocultar nuestra propia luz sino dejarla brillar “y así glorificaríamos a nuestro Padre”. No puedo creer que den “gloria” a Dios aquellos de sus hijos que andan por el mundo exultando las peores expresiones y juramentos, manifestándose como miserables y temerosos de levantar sus cabezas y de “ser alguien”.
Como manifestó el Dr. Leslie Weatherhead: “Si… guardamos en nuestras mentes una representación de nosotros mismos como seres acosados por el miedo y nulidades derrotadas, debemos expulsar esos cuadros mentales y proteger nuestras cabezas de sus malas influencias. Son cuadros falsos, y la falsedad debemos expulsarla de nuestras mentes. Dios nos ve como a hombres y  a mujeres con quienes, y a través de quienes puede hacer una labor inmensa. Nos ve como a seres sensatos, confiados y alegres. No nos contempla como a víctimas patéticas de la vida, sino como a maestros del arte de vivir; como a seres que no buscamos la compasión de los otros sino como a individuos que impartimos ayuda a los demás, y, por lo tanto, como a sujetos que cada vez pensamos menos en nosotros mismos y que no somos introspectivos, sino que nos interesamos por todo lo existente y nos manifestamos amorosos, sonrientes y poseídos del deseo de servir… Mirémonos dentro de nosotros, a nuestros seres reales, los cuales emprenden su positivo desarrollo en el momento en que nos ponemos a creer en sus experiencias. Debemos reconocer la posibilidad de cambiar el ser que somos ahora y de creer en el proceso del ser en que vamos a convertirnos. Esa vieja sensación y no menos antigua idea del fracaso y de que no hay nada que valga la pena, entorpecen nuestro desarrollo y debeos rehuirlas inmediatamente. Ello es falso y no debemos creer en nada que constituya una falsedad.” (Leslie D. Weatherhead, Prescription for Anxiety, New York, Abingdon Press.)


Ejercicio práctico:

“Mantenga una representación de sí mismo en los ojos de su mente durante mucho tiempo y con la máxima continuidad posible, y usted será conducido hacia ella”, decía del Dr. Harry Emerson Fosdick. “Represéntese vívidamente como un fracasado, y ello sólo lo hará la victoria imposible. Represéntese vívidamente como un vencedor, y ello sólo contribuirá a conducirle a la victoria. El arte de vivir comienza con una representación mental, mantenida en la imaginación, concerniente a lo que usted quisiera hacer o quiera ser.”
Su autoimagen presente fue formada con los cuadros de su propia imaginación, en lo que respecta al pasado, y fue desarrollándose con ayuda de las interpretaciones y valorizaciones que hizo usted de los mismos, basado todo ello en la “experiencia”. Ahora usted va a aplicar el mismo método que empleó previamente para construir la inadecuada con la que vivió hasta la actualidad.
Siéntese aparte durante un lapso de treinta minutos diarios, en donde pueda permanecer a solas sin ser molestado. Descanse y póngase tan cómodamente como le sea posible. Ahora, cierre los ojos y ejercite su imaginación.
Afirman muchos individuos que obtienen mejores resultados si se imaginan ante una gran pantalla cinematográfica y se figuran que están viendo una película de sí mismos. Lo más importante consiste en hacer que estas películas resulten tan vívidas y detalladas como sea posible. El modo de lograr esto estriba en mantener fija la atención en los pequeños detalles, las vistas, los sonidos y los objetos que conciernen al ambiente que se ha imaginado. Una de mis pacientes aplicó este ejercicio para superar el miedo que le producía su dentista. Se sintió desgraciada hasta que comenzó a notar unos pequeños detalles en el cuadro que se había imaginado: el olor antiséptico en el consultorio, el contacto del cuero al sentarse en los sillones, el aspecto de las manicuradas uñas del dentista en el momento en que las manos de éste se aproximaban a la boca de ella, etc. Los detalles del ambiente imaginado son sumamente importantes en este ejercicio, debido a que al perseguir propósitos prácticos, usted está creándose también una experiencia práctica. Y si la imaginación es suficientemente vívida y detallada, su práctica imaginativa equivale a una experiencia real en tanto se relaciones ésta con su sistema nervioso.
El siguiente objetivo importante que tiene que recordar consiste en que durante esos treinta minutos usted se ve a sí mismo comportándose y reaccionando apropiada, feliz e idealmente. No importa como usted se comportara ayer. No necesitará probar si va a tener fe o si va a conducirse mañana de un modo ideal. El sistema nervioso se cuidará de ello, a su debido tiempo, si continua practicando. Véase actuando, sintiendo, siendo como usted quiere ser. No se diga entre sí: “Voy a portarme mañana de esta manera.” Dígase precisamente: “Voy a figurarme ahora actuando de esta manera, hoy, durante treinta minutos.” Figúrese cómo se sentiría se fuera realmente la clase de persona que desea ser. Si ha sido vergonzoso y tímido, figúrese moviéndose entre la gente con sencillez y desenvoltura y sintiéndose bien a causa de ello. Si ha sido presa del temor o la ansiedad en ciertas circunstancias, véase conduciéndose con calma, deliberadamente, actuando con confianza y valor y sintiéndose liberal y lleno de fe en sí mismo a causa de la persona que se imagina ser.
Este ejercicio contribuye a formarle nuevas memorias o recuerdos o a almacenar datos en su cerebro medio y en su sistema nervioso central. Ello coadyuva a formar una nueva imagen del ser. Luego de practicar este ejercicio por algún tiempo, se sorprenderá hallarse actuando de manera distinta, más o menos espontánea y automática, sin siquiera intentarlo. Ello es, como debiera ser. No necesita “tener una idea” o “tratar de hacer un esfuerzo ahora, con el objeto de sentir la inefectividad de éste y de actuar en forma inadecuada. Sus inadecuadas maneras presentes de “sentir” y de “hacer” son  automáticas y espontáneas a causa de los recuerdos, reales o imaginados, con que usted ha ido formándose su mecanismo automático. Hallará que éste opera precisamente con el mismo automatismo con respecto a los pensamientos y a las experiencias positivas como en lo que concierne a las negativas.

No hay comentarios: